sábado, 17 de marzo de 2012

Marsillach naftalinoso

Adolfo Marsillach fue uno de los grandes de nuestro teatro. Eso he escuchado siempre. Eso he leído siempre. Lo cierto es que, hasta ayer, nunca había visto una de sus obras teatrales. El desvirgue fue con 'Extraño anuncio', obra inédita del autor fallecido en 2002 y estrenada ahora, en el aniversario de su muerte, por el Centro Dramático Nacional y dirigida por su compañera durante 28 años, Mercedes Lezcano.

La sala pequeña del Valle-Inclán es la que acoge este montaje que, según he leído en ciertas críticas y notas, bebe de Jardiel y Mihura, se solaza con el teatro del absurdo y muestra al Marsillach más onírico y surrealista. Todo eso es cierto, pero a las notas, después de mi experiencia ayer, se les escapa una cosa: el texto es naftalinoso. Le pesan los años. Marsillach lo escribió en 1992 y, a pesar de que podamos pensar que aquello fue ayer, en realidad en estos 20 años el mundo ha dado tantas vueltas que hoy resulta irreconocible.

La historia, que es muy simple (equívocos sobre la posible muerte de un hombre mayor, de clase alta, que vive en un piso que, imaginemos puede estar en Balcón de Rosales de Madrid) está llena de ejemplos que me hicieron saltar de la butaca. Uno: una de las protagonistas, Mabel, tiene que volar a Barcelona y reserva un vuelo con ¡Aviaco!, la compañía área desaparecida en 1999. Dos: por supuesto, para realizar esta reserva, de Internet ni hablamos. Tres: el teléfono que se utiliza es un fijo de los que tenían ruedecita para marcar los números. Cuatro: suena un disco de vinilo de Mozart en el tocadiscos.

En fin, más allá de estos artilugios atávicos, otros rasgos evocan épocas pasadas. Uno: dos personajes que podrían ser Pepe Gotera y Otilio, o peor aún aquellos Benito y Manolo de la serie de televisión (noventera) Manos a la Obra. Gritos y palabras soeces (¡coño, déjame hablar) que podrían hacer mucha gracia en los noventa pero que ahora quedan totalmente demodé (tanto como esta palabra). Dos: el cobrador de las facturas (interpretado por Pepe Carabias), un personaje que hoy ha pasado a mejor vida (gracias al correo e Internet, de nuevo) y que a mí me recordaba a la visita del "de los muertos" (como decía mi abuela), ese fúnebre cobrador de los seguros Santa Lucía (¿?). Y tres: el humor negro. Ayer el texto despertó algunas risas, pero eran más automáticas que reales. Pienso maliciosamente: la carcajada llegaba más por lo chocante de ver escenas pasadas de moda que por la verdadera intención del texto.

Para terminar hablemos en positivo: la interpretación de Manuel Galiana. Pedazo de actor que sostiene toda la obra. Ayer empezó (junto a Mónica Aragón, que interpreta a la 'chica') titubeante; luego todos los actores fueron cobrando cuerpo. También el texto fue rodando. Sin embargo, ha pasado su tiempo. Si 'Extraño anuncio' se hubiera estrenado en 1992, con Marsillach aún vivo, quizá habría sido un éxito. Hoy es añejo y atávico. Y me pregunto: ¿qué necesidad había de "rescatar" esta obra?

1 comentario:

  1. Puede que precisamente esa distancia de sólo 20 años sea la que cause la extrañeza, algo que hemos vivido, pero ya no, a veces nos resulta más ajeno que algo que sucede 100 años atrás. Y por otro lado quizás la adaptación de obras sea necesaria a pesar de ser relativamente recientes. Buena reseña. Un abrazo

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