viernes, 30 de marzo de 2012

La mujer auténtica

Hace unos días comencé el ensayo Solo para mujeres, escrito por Marilyn French en 1977 y que, según se afirma en el prólogo fue un éxito rotundo de ventas en su época. La autora retrata la vida de varias mujeres norteamericanas en las décadas de los cincuenta y sesenta y su frustración ante unas reglas del juego marital no escritas que consistían en que ellas dejaban de estudiar y trabajar, lavaban, fregaban, cocinaban, daban de comer a los niños mientras ellos florecían en sus carreras profesionales, se permitían llegar a casa a la hora que les diera la gana, y por supuesto, plato en la mesa. Lo de siempre, vaya.

Lo curioso es que este libro, que fue reeditado en español hace unos meses por Lumen, se une a los rescatados recientemente como Lo mejor de la vida, de Ronna Joffe (publicado en 1958 y ahora también en Lumen) y Peyton place, de Grace Metalious (1952 y Blackie Books, 2010). Los tres abordan historias de mujeres que luchan por abrirse camino en una sociedad machista, que bregan por su independencia y por una libertad sexual (las relaciones sexuales frustrantes para ellas son constantes en los tres libros) en los años anteriores a la famosa revolución sexual y explosión del feminismo en los setenta. 

Reconozco que Lo mejor de... y Peyton... me gustaron mucho. Los disfruté. Las vidas de aquellas mujeres me parecieron dolorosas y a la vez ejemplares. ¡Se esforzaron tanto por conseguir lo que querían! Sin embargo, cuando me enfrasqué con Solo para mujeres me entró una sensación de tedio. Y de dèja vu. Y de, 'esto ya lo tenemos superado'. Y de,' vamos a ver, a pesar de algunos tíos (y tías) cavernícolas, en general hemos avanzado bastante'. Mis amigas tienen sus carreras profesionales. Sus maridos/novios/parejas cuidan de sus hijos como ellas. Las tareas domésticas se reparten. En fin,  frases como "¡Qué bonito que, mientras tú estás fuera haciendo cosas que sirven a tu ego, haya alguien en casa que friega el suelo del cuarto de baño y recoge tu ropa interior sucia!" (Sólo para mujeres) me parecían un tanto anticuadas y destinadas al baúl de las expresiones en desuso.

Y en estas andaba cuando llegó Alberto Ruiz-Gallardón con sus carpetovetónicas frases, con eso de la mujer auténtica, la maternidad y no sé qué embrollo más . En pleno mes de marzo de 2012. Sólo unas semanas después de haber dejado caer sus perlas sobre el aborto y su intención de derogar la ley de plazos del anterior gobierno y regresar a la de 1985. Y entonces acudí rápidamente al prólogo del libro de Marilyn French escrito en 2009 para la nueva edición para encontrarme con frases como "Las convenciones que rigen para las mujeres han experimentado una regresión durante la última década", "Las organizaciones religiosas han mostrado las reacciones más hostiles ante la posibilidad de dotar de poder a las mujeres. (...) La Iglesia católica toleró el aborto durante miles de años antes de la década de los setenta". Glups, ¿esto está en desuso?

Después de releer estas líneas que el ministro Gallardón había contextualizado tan bien, hablé con una amiga. Tiene 36 años y es periodista en un diario nacional. Y tiene dos hijos, de 2 y 4 años. Después de hacer un periodismo activo durante años, cuando fue madre pidió la jornada parcial (de 9.30 a 14 horas) y fue relegada a la sección de documentación. Nada de volver a escribir. Un ejemplo, que por otra parte, ya había visto en otras mujeres periodistas (bien es cierto que no todas). Curiosamente, ellos, mis compañeros que fueron padres, jamás redujeron su jornada laboral. Ni fueron destinados a secciones "más relajadas" como documentación, opinión o corrección.  En fin. La conversación continuó y hablamos de su nueva "jornada": salir corriendo del trabajo, recoger a sus hijos de la guardería y colegio y pasar la tarde en el parque. Ella estaba muy contenta, me reconoció que, por supuesto, disfruta con sus hijos y con lo que hace pero que  le gustaría volver a escribir, volver a la calle etc etc. 

Marilyn French, Ronna Joffe y Grace Metalious escribieron sus libros hace más de treinta años. Eran tiempos en los que la mujer tenía que enfrentarse a esquemas rigidísimos. Y con mucho dolor los rompieron. Lo que enrabieta es que sus historias sean hoy cada vez más actuales. Que una escuche a Gallardón y que otros libros recientes como No kids. 40 razones para no tener hijos, de Corinne Maier  suenen a cosa extraterrestre es para hacernos mirar qué está pasando. Por eso, antes de colgar, le dije a mi amiga que no se preocupara que, a fin de cuentas, para algunos ella era una mujer auténtica aunque hubiera paralizado su carrera y aunque gran parte de su sueldo se fuera en guarderías privadas y carísimas.

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