miércoles, 21 de marzo de 2012

El asesino de Toulouse y su cámara

Desde hace dos días la prensa no deja de bombardear con la noticia del asesino de Toulouse. Un tipo impresionante, capaz de matar a sangre fría y a bocajarro a varios niños y a un adulto en un colegio judío. La noticia, a la que se le suma la reacción del Gobierno francés, ese Sarkozy como pez en el agua con su traje de héroe dispuesto a salvar a la nación, es, sin duda, golosa para el medio y para el espectador.

En medio de toda la masacre y ligado al morbo de lo sangriento, me ha llamado mucho la atención un detalle: el asesino portaba una cámara al cuello. ¿Para grabar la carnicería y luego disfrutar viéndola en su portátil? ¿Para subirla a Internet y hacerla circular por Youtube? ¿Para ganar millones de visitas de todos aquellos dispuestos a recrearse con la matanza?

Que un suceso así lleve horas y horas en la televisión (imagino que en la francesa será un non-stop) ya da buena cuenta de lo que a los seres humanos "nos pone" la sangre y la muerte. Sin embargo, el asesino ha dado un golpe de efecto aún mayor. Él quiere ser el propio periodista que lleve sus actos a los espectadores porque sabe (o al menos intuye, y bastante bien) que tendrá audiencia.

Hay un librito, un pequeño ensayo de la filósofa Michela Marzano titulado 'La muerte como espectáculo' (Tusquets, 2010) que indaga en el morbo, el gusto, que nos provoca ver asesinatos a través de nuestra pequeña pantalla. Ver aquello que ella llama 'realidad-horror'. Por supuesto, ese 'nos' se refiere a nosotros los occidentales, los que tenemos las guerras lejos y no sentimos el miedo del francotirador ni del bombardeo continuo.

Marzano, con una tesis valiente, no culpabiliza al medio, a Internet, de este espectáculo de la muerte. Y sería una estupidez hacerlo. Internet es demasiado bueno como para fustigarlo por los vídeos violentos. Para ella, la causa del éxito de este horror audiovisual es "la indiferencia ante la barbarie". Es la anestesia ante el dolor ajeno, la que nos propulsa a buscar estos vídeos en Internet (ella habla también de las snuff movies o el hyper-hard pornográfico). Y se apoya en Diderot para retratarnos: "Es mucho más fácil para un pueblo civilizado volver a la barbarie que para un pueblo bárbaro avanzar hacia la civilización".

Francia se horroriza hoy ante esta matanza de niños. Al mundo occidental se le pone carne de gallina, pero un mísero detalle dice casi más de nosotros de lo nos traslada la imagen de los ciudadanos cariacontecidos. Esa pequeña cámara nos retrotrae al siglo XV cuando seguro que muchos franceses (como españoles) disfrutaban con la quema de personas en las plazas del pueblo. Y, entonces, perogrullada aparte, no existía Internet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario